- Área: 235 m²
- Año: 2007
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Fotografías:ESTUDIO AIRE
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto se fue desarrollando entre voluntades personales y demandas externas. Nos gusta relatar este proceso con mucha cotidianeidad sin grandes teorizaciones pero con responsabilidad arquitectónica.
En las primeras reuniones intentamos hablar con los clientes sobre arquitectura en general, no específicamente en el proyecto de una casa. Nosotros mostramos situaciones espaciales aisladas y ellos opinaron. Ninguno tenía muy en claro para dónde iríamos. Sabíamos que era la oportunidad para gestar algo atípico dentro de las estructuras de ambas partes. Nos dimos cuenta que tendríamos la posibilidad de revisar nuestro repertorio arquitectónico.
Al principio no hubieron pedidos concretos, ni siquiera el encargo de un proyecto. Eso llegó al tiempo, recién cuando se dieron cuenta que podríamos construir un equipo juntos en lugar de imponerles nuestra visión. Nos cautivó el poder hablar en términos conceptuales en lugar de referenciarnos en imágenes estereotipadas preconcebidas. Por ejemplo muchas veces nos exponían las ganas de tener un espacio como el de una cancha de fútbol. Obviamente no estaban pidiendo gradas, estaban hablando de escala, de contención, de valorizar el espacio abierto por sobre el construido.
Por otro lado nosotros teníamos temas personales. Nos obsesionaba (y todavía sucede) el tema de la privacidad e intimidad en los barrios cerrados. Era nuestra primer vivienda en un lugar así y nos resultaba terrible circular por esas calles con tanta exposición. También nos resultaba contradictorio el planteo de salir de la ciudad y “abrir la casa al paisaje” y que ese panorama fuera la casa del vecino a 4 metros.
Nos parecía importante que desde el interior se pudieran seguir percibiendo las decisiones tomadas (la morfología, la geometría, los materiales, el modo en que se manipula la iluminación natural) en lugar de los criterios presentados por los lindantes.
Retomamos una de las ideas que habíamos desarrollado para un proyecto anterior y así apareció un espacio central a cielo abierto. De a poco se fue volviendo más radical este planteo y el resto de situaciones empezaron a subordinarse a este patio. Desapareció la necesidad programática de abrir los interiores directamente en el perímetro. Se fueron consolidando el patio y la caja. Fuimos cuestionando el lenguaje moderno y llevamos los elementos casi a una instancia primitiva. Nos focalizamos en el concepto de espacio continuo que se potencia al no encontrar obstrucción ni siquiera entre cubierto y descubierto. Esto lo permite el patio, que extiende el límite sensible de los ambientes más allá del físico. Este espacio sin techo es quién regula el vínculo con el exterior. Una de las caras del mismo es una abertura con dos paños de vidrio que se abren completamente y permiten redefinir el concepto de exterioridad e integrar el resto del terreno. El agua en este lugar incorpora los reflejos de la masa construida y duplica el cielo. La casa se transforma en su propio paisaje.
Las dimensiones en vertical fue otro momento particular de reflexión. La casa debería desarrollarse solamente en una planta. Esta era una situación que no nos parecía conveniente ya que entendíamos que el único punto de vínculo con las viviendas del contexto era la proporción del volumen, lo cual lo podríamos obtener con dos niveles. De todas formas en este punto sí había un requerimiento específico, 2.80m de espacio interior y 4m por fuera. Creíamos poco ético resolverlo de ese modo ya que tendríamos un mojinete de casi un metro para sostener esta farsa. Así apareció la proliferación de lucernarios que recuperan en el interior la altura exterior de la casa.
En general siempre describimos la obra como una caja con un patio interior, supongo que esto expone una voluntad formal en primer lugar. Sin embargo lo más rico está adentro, en el espacio producido. Esta característica es la que queda como registro más importante de quienes la han conocido. Con dos fotografías desde afuera quedaría resuelto el relato pero sería imposible desde el interior.
El tiempo de proyecto fue equivalente al de obra. Un año y medio para cada etapa. El mayor esfuerzo fue en decidir qué no hacer o cómo simplificar. Llegamos a sólo cuatro materiales. Dominando todos los elementos y por encima de su consistencia “lo blanco”, para las aberturas hacia el patio el aluminio, el metal para las del perímetro y el vidrio. Esta reducción es la respuesta a una necesidad evitar el exceso. Pensamos que no es lo mismo “sacar” produciendo una necesidad de despojo que “no necesitar” repensando el concepto de utilidad.
Una de las cosas que más nos reconforta es haber podido dar una respuesta contemporánea prescindiendo del lenguaje moderno. Una vez terminada la obra empezamos a buscar modelos más lejanos en el tiempo. La casa colonial es el primer ejemplo que apareció. El potencial del patio, la apertura hacia el mismo, la galería, la condición tectónica, la fuerza de los muros, el despojo de la ornamentación , la altura del espacio interior. Ahora estamos estudiando la casa pompeyana que lleva las situaciones antes expresadas a un modo más primitivo y radical. Todo esto trabajado bajo el concepto de espacio moderno.
Creemos que lo contemporáneo no tienen que ver con la producción de algo completamente nuevo ni con la repetición indiscriminada de recetas. Nos interesa revisar lo ya producido e intervenir en consecuencia,lo menos posible. Tenemos muy en claro que es un planteo casi ridículo ya que nuestra actividad radica en ocupar espacio libre. Esta paradoja es la que nos lleva obsesivamente a centrarnos en el espacio resultante a partir de la manipulación de la forma. Nos gusta pensar que producimos aire.